La memoria es la capacidad de los seres humanos para aprender, evocar y almacenar la información aprendida, y su pérdida afecta en múltiples aspectos de la vida diaria.
Pero antes, hay que aclarar que olvidarse algunas cosas es normal. Lo anormal sería recordar todo lo que hacemos, como le sucedió al personaje de Funes, el memorioso del escritor Jorge Luis Borges.
Los expertos médicos han investigado extensamente el cerebro debido a su amplia gama de funciones para determinar cuándo un olvido es normal y cuándo responde a una patología.
En el olvido benigno, el sujeto no se acuerda de parte de una situación o una palabra y la recuerda posteriormente en forma espontánea o ante una ayuda. El sujeto está mucho más preocupado por los olvidos que su entorno.
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En cambio, en el olvido patológico la persona olvida una situación completa que no recupera posteriormente, hay frecuentes reiteraciones de preguntas o comentarios, el sujeto está agnósico (no reconoce y minimiza lo que le pasa) y esto lo lleva a que su entorno esté mucho más preocupado que él.
La actividad física es fundamental, ya que estimula al sistema circulatorio y, por ende, al flujo sanguíneo en todo el cuerpo. Lo más importante es que este factor también impacta en el cerebro y lo mantiene oxigenado, lo que ayuda a evitar su deterioro.
El Department of Health and Human Services (Departamento de Salud y Servicios Humanos) de Estados Unidos recomienda al menos 150 minutos a la semana de actividad aeróbica moderada o 75 minutos a la semana de actividad aeróbica intensa.