El contacto físico consensuado es beneficioso para la salud humana en cualquier etapa de la vida. Quienes reciben abrazos, masajes y caricias ven reducido su nivel de dolor y los síntomas de depresión y ansiedad, y a los recién nacidos les ayuda a ganar peso y regular los niveles de cortisol.
Son las conclusiones de un grupo de investigadores europeos que, tras revisar más de 200 estudios especializados en el campo, reivindican el uso del tacto como aproximación terapéutica.
Los beneficios para la salud se dan en todos los géneros, edades y condiciones médicas evaluadas, también en personas sanas, aunque los efectos concretos pueden diferir entre unos y otros. Lo que no influye, según el estudio que publica este lunes la revista Nature Human Behaviour, es el tipo de contacto que se aplica ni quien lo aplica.
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Que lo haga un familiar tiene los mismos beneficios que sí lo hace personal de enfermería. La excepción son los bebés, que responden mejor al tacto materno.
La revista Nature Human Behaviour publica una revisión sistemática y un metaanálisis de un total de 212 estudios, en los que participaron 12.966 personas, para explorar las ventajas que suponen las caricias.
El poder de un abrazo
Los autores encontraron los mismos beneficios para la salud física y solo ligeramente inferiores para la salud mental cuando los humanos tocaban a otros humanos en lugar de a un objeto. “Esto es muy importante para las personas que no tienen contacto con otros, por soledad o enfermedad”, afirma Packheiser.
La frecuencia de las caricias también parece tener importancia, ya que las intervenciones más frecuentes tuvieron efectos más beneficiosos. De la misma forma, fueron eficaces para mejorar la salud mental tanto de poblaciones clínicas y sanas, por igual, asimismo, la eficacia de las caricias fue relativamente la misma en todas las culturas analizadas, grupos de edad y sexos.