Según la OPS la práctica regular de ejercicio no solo contribuye al control de peso, sino que también es fundamental para el balance energético y mejora de la salud ósea y funcional, evidenciando la integralidad de sus beneficios
«La actividad física regular y adecuada, incluido cualquier movimiento corporal que requiera energía, puede reducir el riesgo de muchas enfermedades y trastornos no transmisibles, como la hipertensión, la enfermedad coronaria, los accidentes cerebrovasculares, la diabetes, el cáncer de mama y colon y la depresión”.
Esta acepción de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) no hace más que apoyar algo que es sabido: hacer ejercicio es fundamental para prevenir más de un problema de salud.
“Otros beneficios asociados con la actividad física incluyen la mejora de la salud ósea y funcional. La energía que se gasta mientras se está físicamente activo también es una parte fundamental del balance de energía y el control del peso”, agregan en la OPS.
En tanto, desde la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) postulan que realizar alguna actividad física de manera constante brinda diversos beneficios físicos y psicológicos que se pueden observar a corto y largo plazo, como por ejemplo.
Tener un control del peso. Este último es uno de los aspectos más abordados.
Una de las diversas coincidencias es que hay problemas de salud como el sobrepeso y la obesidad que están asociados a la falta de ejercicio, según los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos (NIH, por sus siglas en inglés).
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Estudio en ratones
En ese sentido, recientemente, un estudio realizado en ratones dejó un nuevo planteo sobre la relación entre el ejercicio y el aumento de peso.
Según este trabajo, que fue publicado en el repositorio bioRxiv, aquellos que se ejercitan vigorosamente podrían aumentar de peso en las siguientes 24 horas.
A diferencia de quienes se esfuerzan moderadamente o no se ejercitan en absoluto, aunque ambos grupos consuman la misma cantidad de alimentos.
En la investigación, llevada a cabo por un equipo de la Universidad de Tsukuba y la Universidad Metropolitana de Tokio, en Japón, se implantaron dispositivos en ratones para medir su temperatura corporal central y los niveles de actividad.
Tras observar los efectos del ejercicio, se encontró que aquellos animales que realizaron niveles vigorosos de entrenamiento mostraron una reducción significativa en su actividad física general durante las siguientes 24 horas, junto con una ligera disminución en su temperatura corporal.
Curiosamente, estos ratones también experimentaron un aumento de peso, a pesar de no haber consumido más alimentos de lo habitual.