Entre un 10% y un 20% de la población tiene problemas de insomnio, porque les cuesta dormirse o porque se despiertan con demasiada frecuencia o antes de lo que les gustaría.
Tras un diagnóstico de insomnio, para ayudar a superar la ansiedad que no deja conciliar el sueño y a adquirir hábitos para dormir mejor, la terapia cognitiva conductual es una de las herramientas con las que superar el problema.
Otro método habitual, quizá el más utilizado, son los fármacos, aunque se recomienda que se utilicen con control médico y durante un tiempo limitado, porque suelen generar tolerancia y pueden empeorar el problema a largo plazo.
Te puede interesar: Cinco cosas que no sabías acerca de la sandía
También puedes ver: Ocho señales de advertencia de la demencia que no debes ignorar
Un estudio que se acaba de publicar apoya los beneficios de una alternativa que puede ayudar a reducir el riesgo de padecer la falta de sueño: el ejercicio.
En este trabajo, aparecido en la revista BMJ Open, se observó que realizar ejercicio dos o tres veces a la semana a largo plazo está relacionado con un menor riesgo de insomnio y con mayores probabilidades de dormir entre síes y nueve horas, la cantidad recomendada por noche.
El ejercicio, como con otras intervenciones útiles para mejorar la salud, es importante la dosis y el momento en que se aplica.
Varios estudios proponen que, mientras el ejercicio moderado está relacionado con una mejor calidad del sueño, el efecto puede ser el contrario cuando la actividad es muy intensa, sobre todo cuando se realiza pocas horas antes de ir a la cama.