Mientras el mundo entero habla sobre el nuevo coronavirus, Turkmenistán, un pequeño país en el centro de Asia, ha tomado medidas extraordinarias para suprimir la información sobre el COVID-19.
Según la organización Reporteros sin Fronteras, el gobierno de Gurbanguly Berdymukhamedov en Turkmenistán ha prohibido la palabra “coronavirus” y ha detenido a personas que usaban tapa bocas o hablaban de la pandemia en público.

Los medios de comunicación del país, controlados por el Estado, no pueden pronunciar o publicar la palabra y la información sobre el nuevo coronavirus también fue eliminada de los folletos de salud del gobierno que se distribuyen en lugares de trabajo, hospitales y escuelas.
El gobierno afirma oficialmente que no hay casos de coronavirus aunque periodistas independientes han informado de varios casos de infecciones en la nación de Asia central.
Los precios de los alimentos se dispararon en Ashgabat, la capital de Turkmenistán, porque el gobierno restringió el acceso a la ciudad en una dura maniobra para evitar la propagación del coronavirus, debido a que el país es vecino de Irán, una de las naciones más afectadas por la pandemia. Desde el 24 de marzo se han cerrado todos los eventos deportivos, gimnasios, restaurantes y cafés, y desde el 25 de marzo no se ha permitido a nadie salir o entrar en la pequeña ciudad de Serhetabat, que limita con Afganistán.
En 2019, Reporteros sin Fronteras clasificó a Turkmenistán como el peor país del mundo para la libertad de prensa.
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Líderes de otros países -como los gobernantes de China, Irán, Brasil y Estados Unidos- han sido acusados de manipular la información sobre el coronavirus, pero prohibir la palabra es un paso extraordinario y sin precedentes.