El exceso de ruido y las alarmas constantes en entornos hospitalarios son sonidos que suponen un problema de sobra conocido para el personal sanitario.
Estos desagradables sonidos pueden llevar a la fatiga auditiva y, en casos extremos, a la pérdida de vidas, ahora, una nueva investigación ha sugerido que hay una solución que podría marcar una diferencia notable, al tiempo que reduciría la molestia producida por la maquinaria médica.
Se calcula que los profesionales hospitalarios pueden escuchar hasta 1,000 sonidos de alarma por cada turno. Una sobrecarga sensorial que podría estar afectando a la salud o costando cientos de vidas, según algunos expertos.
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Y aunque los sonidos de alarma transmiten información importante sobre la seguridad del paciente, de forma paralela, provocan síntomas de ‘fatiga por alarma’, una desensibilización causada por la sobrecarga sensorial que puede provocar que no se preste atención a las alarmas realmente críticas.
Según datos de la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA), entre 2005 y 2010, hubo 566 muertes relacionadas con estos exasperantes sonidos.
Por ello, la importancia de las alarmas clínicas en la atención médica y hospitalaria ha llevado a la introducción de estándares globales para asegurar su consistencia entre los fabricantes. Así, muchas suenan ahora de manera similar en lo que se refiere al timbre, frecuencia y tono.