La luz afecta profundamente la fisiología y el comportamiento humanos a través de la vía retinohipotalámica que transmite información desde la retina al marcapasos circadiano.
En los seres humanos, esta vía se ha trazado funcionalmente examinando las respuestas agudas a la exposición a la luz vespertina o nocturna sobre la secreción de melatonina, o sus efectos de cambio de fase circadiano. Por ello es por lo que se cree que la luz nocturna es mala para dormir.
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¿Influye el color de la luz?
En un estudio realizado por investigadores se comparó la influencia de diferentes colores de luz en el cuerpo humano. Los hallazgos contradicen los resultados de un estudio anterior en ratones.
Aunque el estudio del ciclo circadiano es una preocupación constante de la ciencia para mejorar el descanso, su profundización se ha multiplicado gracias a la aparición de las pantallas y su presencia en el cuarto antes de dormir.
La visión es un proceso complejo. La percepción visual del entorno se crea mediante una combinación de diferentes longitudes de onda de luz, que se decodifican en el cerebro como colores y brillo.
Los fotorreceptores de la retina primero convierten la luz en impulsos eléctricos: con suficiente luz, los conos permiten una visión nítida, detallada y coloreada. Los bastones sólo contribuyen a la visión en condiciones de poca luz, permitiendo distinguir diferentes tonos de gris, pero dejando la visión mucho menos precisa.
Los impulsos nerviosos eléctricos finalmente se transmiten a las células ganglionares de la retina y luego, a través del nervio óptico, a la corteza visual del cerebro. Esta región del cerebro procesa la actividad neuronal en una imagen en color.
Sin embargo, la luz ambiental no sólo nos permite ver, sino que también influye en nuestro ritmo de sueño-vigilia.
En este proceso participan de manera importante células ganglionares especializadas que, al igual que los conos y los bastones, son sensibles a la luz y reaccionan con especial fuerza a la luz de longitud de onda corta, de unos 490 nanómetros.
Sueño y color
Un estudio realizado en ratones en 2019 sugirió que la luz amarillenta tiene una influencia más fuerte en el reloj interno que la luz azulada.
En los seres humanos, el principal efecto de la luz sobre el reloj interno y el sueño probablemente esté mediado por las células ganglionares sensibles a la luz.
Sin embargo, hay motivos para creer que el color de la luz, codificado por los conos, también podría ser relevante para el reloj interno.
Para llegar al fondo de esta cuestión, los investigadores expusieron a 16 voluntarios sanos a un estímulo de luz azul o amarillento durante una hora al final de la tarde, así como a un estímulo de luz blanca como condición de control.
Los estímulos luminosos se diseñaron de tal manera que activaran de forma diferencial y muy controlada los conos sensibles al color de la retina.