En febrero de 1916 se envió una carta muy personal dirigida a «Mi querida Katie» que por alguna razón nunca terminó llegando a sus manos. Aunque la Ley de Servicios Postales de 2000 tipifica como delito abrir correo de otra persona, Glen tomó la decisión cuando vio que era de 1916.
Curiosidades. Más de 100 años tuvo que esperar «Mi querida Katie» para que recibiera la carta que le enviaron en 1916 al apartamento de Crystal Palace, en el norte de Norwood, zona ubicada en el sur de Londres donde vivía y a pesar de que la Ley de los Servicios Postales tipifica como delito el abrir correo ajeno, el actual dueño del condomino no aguanto la curiosidad cuando vio la fecha de envío.
Finlay Glen es el nombre de la persona a la cual le llego el peculiar correo en donde explico que el sobre de la carta contaba con un matasellos de Bath y una estampilla con la imagen del rey Jorge V por el valor de 1d, como se denominaba a un penique hace un siglo, eso fue lo que le llamo más la atención, ya que se veía antiguo.
«Nos dimos cuenta de que ponía ’16’. Así que pensamos que era de 2016», dijo Finlay. Además, «Luego nos dimos cuenta de que el sello era un rey en lugar de una reina, así que pensamos que no podía haber sido de 2016».
Glen dijo que la carta llegó a la propiedad hace un par de años, pero no fue hasta hace poco que la llevó a la sociedad histórica local, para que puedan investigarla más a fondo y a causa de eso fue que los medios locales conocieron su historia.
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La carta fue escrita por Christabel Mennel, hija del comerciante de té Henry Tuke Mennel, mientras su familia estaba de vacaciones en Bath, al oeste de Inglaterra. En la carta, Mennel escribe: «He estado de lo más miserable aquí con un resfriado muy fuerte».
Oswald Marsh, el antiguo residente de la propiedad de Hamlet Road, era un comerciante de sellos muy apreciado que a menudo era llamado como testigo experto en casos de fraude de sellos.
Finlay dijo que él y su novia estarían encantados de entregar la carta a un archivo local si es de «importancia histórica seria». Pero, si se descubre que es más «inocua», les gustaría conservarla.
REDACCIÓN: ANA BARAHONA
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