¿Por qué siempre recordamos lo malo? ¿Será posible olvidar esos recuerdos malos o traumáticos?.
Curiosidades. Nuestra memoria almacena muchas de las cosas que nos suceden durante el día, pero gran parte acaban por olvidarse. Sin embargo, tenemos cierta facilidad para guardar los traumáticos y malos recuerdos, a pesar de no ser un proceso gratuito: nuestro sistema nervioso necesita modificar ciertos circuitos neuronales, con la consiguiente síntesis de proteínas y gasto de energía celular.
Todo este esfuerzo para guardar un recuerdo que seguramente nos deje secuelas psicológicas y que, en el peor de los casos, nos ocasione un trastorno de estrés postraumático. ¿Por qué? Parte de la explicación se basa en que estas experiencias negativas están fuertemente asociadas a emociones.
Y nuestro cerebro clasifica y guarda recuerdos en función de su utilidad, considerando que aquellos vinculados a emociones son útiles para nuestra supervivencia. Si hemos pasado muchísimo miedo al atravesar una zona peligrosa de nuestra ciudad, el cerebro lo almacena para que no lo volvamos a hacer; la situación se complica cuando la experiencia es realmente traumática. En este caso, nuestro órgano pensante tiende a esconder esas vivencias, pero las guarda sin procesar. Como mecanismo rápido de defensa está bien.
El problema llega cuando, por la razón que sea, los malos recuerdos vuelven a aparecer. Entonces el daño puede ser muy grande al tratarse de experiencias que se han archivado «sin cocinar».
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La neurociencia parece haber encontrado algunas piezas del puzle que nos pueden ayudar. Hasta el más mínimo factor podría desempeñar un papel importante a la hora de determinar si guardamos o borramos un recuerdo.
Por ejemplo, la luz, algo tan común y que nos afecta a todos, también a las moscas (Droshopila melanogaster), capaces de olvidar eventos traumáticos cuando se mantienen en oscuridad. Y todo gracias a una proteína que actúa como moduladora de la memoria y que, y esta parte nos interesa, está evolutivamente muy conservada.
Algunos de ustedes estarán preguntándose si en el futuro venderán píldoras de luz o pastillas de sonido que nos ayuden a olvidar los malos recuerdos. No tenemos la respuesta, pero sí la evidencia científica de que algunos medicamentos ya existentes podrían contribuir al borrado de la memoria traumática.
El propanolol, por ejemplo, fármaco utilizado para el tratamiento de la hipertensión arterial y que permite olvidar un trauma aprendido a los animales de experimentación.
REDACCIÓN: ALYSSON AGUILAR