El avión se estrelló contra los Andes, perdió las alas y la cola, y se deslizó durante 600 metros a cientos de kilómetros por hora; el pasajero Roberto Canessa pensó que estaba muerto.
En lugar de eso, Canessa, entonces jugador de rugby y estudiante de medicina, estaba a punto de formar parte de una icónica historia de supervivencia, retratada recientemente en la película nominada al Oscar La sociedad de la nieve.
«Miré hacia la parte trasera del avión, a través de la boca abierta donde se veía un universo nevado, un mundo indiferente al terror y a la difícil situación que nos rodeaba», escribió más tarde en sus memorias publicadas en 2016.
Pero el universo nevado que Canessa vio cuando volvió en sí hoy ha cambiado radicalmente
En los últimos 30 años, la cordillera de los Andes ha perdido alrededor del 12% de su manto de nieve por década Y entre 2010 y 2019, la región experimentó una sequía de nueve tan grave que amenazó la disponibilidad de agua dulce en partes de Sudamérica. El cambio climático ha hecho que el lugar del accidente sea más seco y más cálido.
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Si el mismo accidente ocurriera hoy, los científicos afirman que los supervivientes se encontrarían varados en una montaña completamente distinta.
Una cordillera que se calienta
Aunque la nieve en los Andes varía según el año y la estación, la cantidad media anual ha disminuido drásticamente desde los años 70, explica Raúl Cordero, climatólogo de la Universidad de Groningen (Países Bajos). El año en que se estrelló el avión, 1972, hubo nevadas por el clima de la media que alteraron la ruta fatal del vuelo. Inicialmente, el vuelo debía volar de Montevideo (Uruguay) a Santiago (Chile) el 12 de octubre, pero los pilotos decidieron hacer una escala nocturna en una ciudad argentina (algo que no vemos en la película) debido a una fuerte tormenta en las montañas.
La gran cantidad de nieve empeoró el frío y los días en la montaña se hicieron insoportables para los supervivientes, pero algunos expertos en aviación creen que el avión no habría podido sobrevivir sin ella.
Se hubiera destrozado el avión
«Si hubieran aterrizado sin nieve, lo más probable es que se hubiera destrozado el avión y nadie hubiera sobrevivido al choque inicial por aterrizar sobre rocas. Por muy finas que sean, [es] mucho más duro para una máquina aérea que viaja a 240 km/h que aterrizar sobre nieve», afirma John Nance, experto en seguridad aérea.
Aunque el vuelo hubiera sobrevivido a este aterrizaje rocoso, la historia de los supervivientes podría haber sido diferente.
El avión se estrelló en las montañas cerca de la frontera entre Chile y Argentina y luego se deslizó hacia abajo a un área llamada el Valle de las Lágrimas. En 2019, un estudio en el que participó Cordero descubrió que esa zona de los Andes ha estado recibiendo alrededor de un 10 por ciento menos de nieve por década desde los años 70. Las personas que visitan regularmente las montañas también han sido testigos de este cambio.
«En los años 90, la nieve era constante; ahora no tanto», dice Juan Ulloa, un guía turístico que lleva más de 30 años llevando turistas al lugar del accidente.
Los supervivientes permanecieron en los Andes de octubre a diciembre, de primavera a verano en esa parte del mundo. En la película, los vemos esperar a diciembre para ir a buscar ayuda.
«Lo extraordinario de las fotos del rescate es que había nieve en diciembre. Hoy en día es muy improbable que la nieve dure hasta diciembre. Para entonces ya se ha derretido», afirma Cordero.