El número de fallecidos durante el tiroteo registrado en la mañana del domingo en la provincia de Enga, en la región de Highlands (Tierras Altas), aún es confuso debido al difícil acceso a la escarpada región, a casi 600 kilómetros de Port Moresby.
Según medios internacionales informan de más de 60 decesos, la Policía, sitúa en al menos 49 los cadáveres encontrados.
El superintendente en funciones de la Policía de Papúa Nueva Guinea, George Kakas, dijo que el suceso sería «la mayor matanza que se ha visto en Enga, quizá también en toda Highlands, en Papúa Nueva Guinea».
El alto mando policial indicó que la matanza ocurrió cuando una tribu emboscó la mañana del domingo a otra tribu rival que, junto a sus aliados y un número indeterminado de mercenarios, se dirigía a atacarlos.
La Policía también explicó que los enfrentamientos con armas de asalto y de tipo militar fueron protagonizados por las tribus Arbulin y sus aliados contra las Sikin y otros grupos afines.
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El medio papú Post Courier publicó el domingo algunas imágenes que circularon en las redes sociales tras la masacre que mostraban varios cuerpos desperdigados al lado de una carretera sin asfaltar o apilados sobre los camiones de la Policía.
El conflicto inicio por las elecciones
Los enfrentamientos tribales en Enga en la que estarían implicadas unas 17 tribus se agravaron en 2022 durante las elecciones.
Si bien estos conflictos entre tribus, que brotan por un abanico de razones tales como conflictos territoriales o simples riñas, se registran desde hace décadas, previamente se dirimían con armas más rudimentarias como machetes y lanzas.
Sin embargo, el acceso más reciente a armamento moderno ha llevado a que los incidentes se vuelvan más sangrientos.
Este arsenal de armas de fuego, que incluyen fusiles de asalto militar como Kalashnikov o M-16, procede principalmente de remanentes de armas abandonadas en anteriores conflictos o llegan a través del contrabando ilegal.
En Papúa Nueva Guinea, hogar de unas 700 tribus, la pertenencia al clan o tribu está muy arraigada, por lo que la disputas por los terrenos, clave para la supervivencia en las zonas rurales, generalmente son la génesis de estos enfrentamientos.
Sin embargo, en los últimos años, la violencia tribal se ha exacerbado por asuntos electorales o el de no recibir el dinero de las comisiones por la explotación de los recursos naturales, la falta de servicios básicos o las acusaciones de brujería, entre otras, según explicó John Burton, de la Universidad Divine World de Papúa.
En septiembre del año pasado se produjo otra serie de incidentes violentos después de que una tribu fuera acusada de matar a un hombre, lo que obligó a las autoridades a restringir el movimiento de los ciudadanos.
El primer ministro de Australia, Anthony Albanese, ofreció este lunes enviar ayuda a Papúa Nueva Guinea para controlar la violencia tribal en este país oceánico, socio histórico de Camberra.