Lo que le ha ocurrido a un hombre de 30 años en Malasia es un auténtico milagro. Utilizaba una pistola de clavos cuando, por error, se disparó en su propio ojo. El clavo, que fracturó la cuenca ocular, terminó incrustándose en el lóbulo frontal de su cerebro.
El hombre, que trataba de arreglar la pistola defectuosa, no usaba gafas de protección en el momento del accidente. Tras dispararse, se desplazó rápidamente a Urgencias.
Ya en el Hospital Sultanah Bahiyah, los médicos le administraron de urgencia la vacuna del tétanos, además de antibióticos intravenosos. El clavo había perforado el lóbulo frontal del cerebro, zona vital para poder articular tanto el lenguaje como el movimiento.
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Sin embargo, el hombre tuvo suerte, mucha suerte. Ninguna arteria vital se vio dañada por el clavo y los médicos lograron extraerlo con seguridad. También reconstruyeron parte del párpado dañado por la pistola. El hombre apenas pasó unos días en la UCI y después recibió el alta.
Por otra parte: ¿Qué lesiones puede provocar una pistola de clavos?
Las lesiones por pistolas de clavos son frecuentes entre los trabajadores de la construcción. Se estima que las pistolas de clavos, que han reemplazado a los martillos en la construcción con armazón de madera, causan unas 37 ,000 visitas anuales al departamento de emergencias. Alrededor del 60% de las mismas están relacionadas con el trabajo.
Las pistolas de clavos expulsan clavos a muy alta presión. La mayoría de las lesiones por pistolas de clavos afectan a los dedos y la mano. Sin embargo, también pueden producirse lesiones en las piernas, el tronco, los ojos y la cabeza. Si existe lesión ocular, se puede perder la visión.
En una herida producida por pistola de clavos pueden penetrar otros materiales (cuerpos extraños como alambre, tela, papel y adhesivos) además del propio clavo y provocar una infección.
Los clavos y los cuerpos extraños pueden incrustarse en los tejidos blandos, como los nervios, los tendones o los vasos sanguíneos, o bien en las articulaciones o en los huesos.