SALUD. – Una nueva investigación exploró cómo la falta de sueño, los niveles de oxígeno y el ejercicio afectan nuestra capacidad para realizar actividades intelectuales y rendimiento cognitivo.
Dormir es fundamental para mantener un estilo de vida saludable y se recomienda en adultos dedicarle entre siete y nueve horas por noche. Sin embargo, revisiones recientes indican que el 40 por ciento de la población mundial no duerme lo suficiente.
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La salud mental equilibrada está indefectiblemente ligada a ritmos circadianos robustos, “a estar activos durante el día, expuestos a la luz, idealmente luz solar, aunque también puede ser la luz artificial, y dormidos en oscuridad, en un lugar silencioso y templado durante la noche.
Claramente, el afectar estos ritmos tiene consecuencias múltiples sobre la salud, incluyendo la salud cerebral y la salud mental”.
Las consecuencias de la privación crónica del sueño incluyen enfermedades cardiovasculares, obesidad, trastornos neurodegenerativos y depresión.
A corto plazo, la falta de sueño puede reducir el rendimiento cognitivo (RC), lo que afecta la capacidad de atención, el juicio y el estado emocional.
“Como considerábamos el ejercicio como una intervención positiva, decidimos utilizar un programa de intensidad moderada como recomienda la literatura existente”, indicó el doctor Costello y agregó: “Si el ejercicio hubiera sido más largo o duro, podría haber amplificado los resultados negativos y haberse convertido en un factor estresante en sí mismo”.
Estudio
En el primer experimento, a los individuos solo se les permitió dormir cinco horas por noche, durante tres días. Cada mañana se les asignarían siete tareas para realizar en reposo y luego mientras andaban en bicicleta. También se les pidió que calificaran su somnolencia y su estado de ánimo antes de completar las tareas.
Los resultados mostraron que los efectos de tres noches de sueño parcial sobre las funciones ejecutivas fueron inconsistentes. El artículo dice que una explicación para esto podría ser que algunas personas son más resistentes a un déficit de sueño leve o moderado. Sin embargo, independientemente del sueño realizado, el ejercicio de intensidad moderada mejoró el rendimiento en todas las tareas.
En el segundo experimento, los participantes pasaron una noche entera sin dormir y luego fueron colocados en un ambiente hipóxico (bajos niveles de oxígeno) en los Laboratorios de Ambientes Extremos de la universidad. A pesar de que se redujeron los niveles de oxígeno, el ejercicio continuó mejorando el rendimiento cognitivo.