CURIOSIDADES.- El cuerpo humano es una maquinaria biológica fascinante.
Químicos empezaron a analizar el cuerpo principios del siglo XIX.
Se encontró que los tejidos vivos estaban compuestos por carbono, hidrógeno, oxígeno y nitrógeno.
Dichos elementos, componen el 98% de la masa del cuerpo humano.
Si quemamos un cuerpo humano y apartamos estos cinco elementos, lo que nos queda es un poco de ceniza blanquecina, en gran medida proveniente de los huesos.
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Por otro lado, nuestros huesos están constituidos, en su mayor parte, por fosfato cálcico.
Además, la sangre, contiene hierro y en los tejidos podemos encontrar potasio y magnesio.
Todos ellos, y otros como el cloro o el fósforo, son vitales en los procesos de nuestro cuerpo.
Son muchos los elementos que podemos encontrar en nuestro cuerpo, como trazas ínfimas, prácticamente indetectables, y con nombres tan poco conocidos como disprosio, erbio, gadolinio, holmio, lutecio
Los antes mencionados entran en nuestro organismo con el agua y los alimentos.
Además, tenemos 7 miligramos de litio y lo ingerimos con las plantas, como las solanáceas (la familia a la que pertenecen las patatas) y en mucha menos cantidad con naranjas y lechuga, entre otras.
La danza de los elementos en el corazón
Sídney Ringer descubrió que podía mantener con vida el corazón de una rana.
Evidentemente, fuera del cuerpo del batracio, si lo introducía en una solución que contenía, entre otras cosas, sodio, potasio y calcio.
Aproximadamente, las mismas proporciones que se encuentra en la rana.
Todos eran esenciales para el funcionamiento del músculo.
La complejidad del genoma
Hoy en día cualquiera sabe lo que es el genoma, el conjunto de genes que almacenan la información necesaria para construir un ser vivo.
De algún modo creemos que todo, hasta el más mínimo detalle estructural, se encuentra codificado en alguno de los 30 000 genes de que disponemos. Y es cierto, en parte.
Optimizar la información
El corazón y los intestinos están en el mismo sitio en todos nosotros, pero si miramos con detalle, su situación concreta es imprevisible.
Los estudiantes de medicina se aprenden los nombres de los grandes vasos sanguíneos, pero no los pequeños porque, por suerte, para ellos, su disposición varía de una persona a otra.
Nuestro genoma también ahorra información: donde se construye una célula se pueden construir varias y se puede definir el tamaño de los pies conjuntamente con el de las manos.