CURIOSIDADES. – A veces cuando sentimos que olemos tirando a regular solemos acercar nuestro olfato a ese punto firme de nuestra anatomía, con la esperanza de percibir si realmente es así. O quizá le preguntamos a una persona. Es muy fácil saber si a un amigo le huele mal el aliento o tiene la camiseta sucia de sudor después de haber viajado en un metro caluroso, pero no es tan sencillo adivinar nuestro olor corporal. ¿Por qué?
Según informa, medios internacionales, si bien nuestro sentido del olfato a menudo se compara (desafortunadamente para nosotros) con el de especies súper olfateadoras como perros, ratones y cerdos, los humanos en verdad no somos malos oliendo y, en algunos momentos, podemos olfatear más que estos animales con los que competimos. Nuestras narices tienen aproximadamente 400 receptores olfativos diferentes capaces de registrar diez tipos de olores y más de mil millones de aromas, y se cree que el olfato fue uno de los primeros sentidos que desarrollaron los humanos.
Nuestro olfato tiene aproximadamente 400 receptores olfativos diferentes capaces de registrar diez tipos de olores y mas
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De hecho, estudios descubrieron que los humanos detectamos mejor los compuestos aromáticos de las plantas que los perros, gracias a nuestra historia evolutiva como cazadores-recolectores. Así que no nos defenestremos tanto para alabar a nuestros compañeros con patas.
Un rápido olfato en la axila lo confirmará
“Un rápido olfato en la axila lo confirmará”, con el tiempo nos volvemos insensibles a nuestro olor particular, según los expertos. Exactamente lo mismo que ocurre con cualquier olor habitual al que acabamos acostumbrándonos, como el de nuestra casa “que sí, tiene un aroma especial, aunque no lo detectemos”.
proceso se conoce como cansancio olfativo y aunque no se comprende del todo la causa (se cree que podría ser un cambio en los receptores olfativos o en la forma en que el cerebro responde a un olor), se puede restablecer oliendo áreas con menos olor. Glándulas sudoríparas, como las del codo o el antebrazo.
Nuestra capacidad para detectar nuestro propio olfato también aumenta en determinadas situaciones. Por ejemplo: si comes algo con ajo. De hecho, esto es importante, porque los estudios han encontrado vínculos entre el olfato y más de una docena de enfermedades. ¿Un aliento que huele a fruta podrida? Podría ser indicativo de diabetes no tratada, mientras que la fiebre tifoidea hace que el sudor huela a pan recién horneado. Y la enfermedad de Parkinson supuestamente desprende un «olor a madera y almizcle».
Más allá de la salud, nuestro olor también está ligado a nuestras relaciones sociales
Más allá de la salud, nuestro olor también está ligado a nuestras relaciones sociales. En un famoso estudio de 1995, los científicos pidieron a las mujeres que olieran las camisetas de los hombres que habían evitado los productos perfumados. Cada una de las mujeres tenía fuertes preferencias y los investigadores las vincularon a un conjunto de genes llamado complejo mayor de histocompatibilidad (MHC) que codifica péptidos que el sistema inmunológico utiliza para detectar invasores extraños. Algo en nuestro olor corporal anuncia nuestro conjunto único de MHC, y las mujeres preferían el olor de los hombres con genes MHC diferentes a los suyos. ¿El por qué? Todavía sigue siendo polémico, aunque hay hipótesis.
Más allá de la salud, nuestro olor también está ligado a nuestras relaciones sociales. En un famoso estudio de 1995, los científicos pidieron a las mujeres que olieran las camisetas de los hombres que habían evitado los productos perfumados. Cada una de las mujeres tenía fuertes preferencias y los investigadores las vincularon a un conjunto de genes llamado complejo mayor de histocompatibilidad (MHC) que codifica péptidos que el sistema inmunológico utiliza para detectar invasores extraños. Algo en nuestro olor corporal anuncia nuestro conjunto único de MHC, y las mujeres preferían el olor de los hombres con genes MHC diferentes a los suyos. ¿El por qué? Todavía sigue siendo polémico, aunque hay hipótesis.
Incluso cuando buscamos parejas sexuales genéticamente utilizamos el olor para juzgar la similitud de nuestros amigos y, a menudo, preferimos a aquellos que huelen como nosotros en virtud de vivir en un entorno similar. Es decir, usamos el olfato para elegir la pareja más idónea.