Este es un trágico recuento de violencia que enluta al país, las masacres suscitadas en lo que va del 2023. Es necesaria aplicar la justicia necesarias para detener esta ola de horror.
NACIONALES.-Honduras ha sido testigo de una serie de masacres que han dejado una estela de violencia y dolor en lo que va del año. Con un recuento trágico y alarmante, el país centroamericano se enfrenta a una crisis de seguridad que requiere una atención urgente.
La directora del Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (OV-UNAH) Migdona Ayestas informó, ayer que en el presente año se han registrado 21 homicidios múltiples que ha dejado como resultado 78 víctimas. A esta cifra se le suma la masacre de hoy 14 de junio, en la aldea Ramal del Tigre, Tela. Donde perdieron la vida 3 personas lo que dejaría un total de 22 homicidios múltiples y 81 víctimas.
“Sin duda la violencia y criminalidad impacta en la ciudadanía, pero también nos genera un sentimiento de temor porque en promedio son ocho o nueve víctimas diarias, pero cuando hay un fin de semana con 30 homicidios genera miedo a la ciudadanía”, lamentó. Estos actos atroces han dejado a comunidades enteras enlutadas y han generado un clima de miedo y desesperación en el país.
La violencia indiscriminada se hizo presente el 15 de enero en la comunidad de La Travesía, donde tres mujeres garífunas fueron brutalmente asesinadas por personas desconocidas. Las víctimas, Cristy Fabiana Espinoza, Janahira Castillo y Ana Castillo, se convirtieron en símbolos de la violencia que asola a Honduras.
Tan solo trece días después, el 28 de enero, la aldea Guaruma en Cabañas fue escenario de otro acto sangriento. Tres personas, identificadas como María del Carmen Pérez, Orlin Orellana Pérez y Elder Joel Martínez, fueron acribilladas sin piedad, sumando más nombres a la lista de víctimas.
El mes de febrero no trajo alivio a Honduras, ya que tres masacres más ocurrieron en distintas partes del país. El 2 de febrero, en el sector de Cayo Blanco, los esposos Emérita Nuemy Acosta Palma y Marlon Orlando Casco, junto con Marcelino de Jesús Cruz, perdieron la vida en un acto violento sin sentido. El 12 de febrero, cerca de una cantina, cuatro personas fueron víctimas de un brutal tiroteo. David Guardado Zelaya, Dustin Arteaga Lerio, Encarnación García Guerrero y Massiel Martínez encontraron la muerte en un hecho que dejó consternada a la comunidad.
El 19 de febrero, la comunidad de Chupucay fue sacudida por la violencia. Tres hombres, Andoni Vásquez, Joel Reyes y Eddy Nahúm Sánchez Reyes, fueron asesinados en un acto de violencia sin precedentes.
El 20 de febrero, en El Novillo, Las Vegas, tres personas fueron atacadas a balazos por individuos desconocidos. Pedro Sarmiento, Nelly Sarmiento y una tercera víctima sin identificar se sumaron a la trágica lista de muertes violentas en Honduras.
La violencia no dio tregua y el 25 de febrero, en una emboscada en la carretera CA-13, tres personas fueron asesinadas mientras se transportaban en una camioneta. El destino de las víctimas se vio truncado en un acto de violencia sin sentido.
El 4 de marzo, la primera avenida se tiñó de sangre con el asesinato de siete personas. Jorge Arnulfo Cerrato, Kevin Godoy, Manuel Maradiaga, Suyapa Maradiaga, Yajaira Hernández, Arely Bustillo y Gissel Ávila fueron las víctimas de esta masacre que enlutó a la nación.
Dos días después, el 6 de marzo, otra masacre sacudió al país. Ocho personas fueron acribilladas a disparos en la aldea El Portillo de La Mora, Comayagua. Nombres como Linder Aguilar Del Cid, Miguel Aguilar Del Cid, Carlos Humberto Aguilar Del Cid, Henry Ismael Aguilar Del Cid, Ismael Aguilar Morales, José Aguilar Morales, Rosa Delia Canales Alemán, Hernán Domínguez y Eduin Anael Hernández quedaron grabados en la memoria colectiva de Honduras.
La colonia Arnulfo Miralda del municipio de Juticalpa, Olancho, fue el escenario de otra tragedia el 19 de marzo. Tres vidas fueron arrebatadas, incluyendo la de un bebé de tan solo ocho meses. Nolia Ibeth Rivera Castro, Zuri Bardales Rivera y Melvin Vindel se convirtieron en víctimas inocentes de la violencia desatada en el país.
El 6 de mayo, la colonia La Joya de Tegucigalpa fue testigo de una masacre que dejó cuatro jóvenes muertos. Carlos Eduardo Espinal Castillo, Marcos Antonio Reyes López, Gabriel Joseph Arce Morales y Diego Alejandro Velásquez perdieron la vida en un acto de violencia sin sentido.
El 26 de mayo, Los Vaditos, en el municipio de Petoa, fue escenario de un nuevo acto sangriento. Tres personas, Sergio Antonio Sabillón, Mario Roberto Fajardo Jiménez y una tercera víctima sin identificar, fueron acribilladas en un hecho que conmocionó a la región.
El 4 de junio, la aldea El Cantón de San Antonio, municipio de La Libertad, Comayagua, fue el escenario de otra masacre. Tres jóvenes perdieron la vida de manera trágica, aunque sus identidades aún permanecen desconocidas.
La violencia no da tregua, y el 11 de junio se registraron dos masacres más en Honduras. En la colonia Santa Martha de San Pedro Sula, cinco personas, cuatro hombres y una mujer, fueron asesinadas de manera despiadada mientras disfrutaban de su tiempo libre. En el barrio Barandillas, también en San Pedro Sula, tres hombres fueron acribillados mientras se encontraban en un establecimiento de bebidas alcohólicas.
Hoy, 14 de junio, el país se encuentra nuevamente de luto. Tres personas fueron asesinadas en una plantación de palma africana ubicada en el sector del Ramal del Tigre, aldea Toloa, empalme de Tela, departamento de Atlántida.
Migdona Ayestas, indicó que el departamento de Cortés encabeza la lista con cuatro homicidios múltiples. Asimismo, se refirió al Estado de excepción implementado por el gobierno para contrarrestar la inseguridad en el país.
“Deben definirse los tiempos y municipios porque no puede hacerse en todo el país, ya que si no se necesitaría una política integral y convivencia en el país. Además, ver qué tipo de delitos estamos siguiendo”, expuso.
De igual manera, el diputado Carlos Umaña se pronunció sobre los últimos hechos violentos en el territorio nacional. “Suman y siguen las masacres con una baja ejecución presupuestaria y un estado de excepción fallido. Como habíamos adelantado será muy difícil que este estado continúo se vuelva a aprobar en el Congreso Nacional. Se requieren otras estrategias que no violenten derechos de los buenos ciudadanos”, expresó.
Estas masacres son un sombrío reflejo de la violencia desenfrenada que azota a Honduras. La sociedad hondureña clama por justicia y seguridad, exigiendo a las autoridades acciones contundentes para poner fin a esta ola de violencia que ha enlutado a tantas familias. La impunidad y la falta de oportunidades son algunos de los factores que alimentan este ciclo de violencia. Es crucial que el gobierno, en colaboración con la sociedad civil, implemente estrategias efectivas para enfrentar y prevenir estos actos criminales.
Mientras Honduras continúa lidiando con esta cruda realidad, la esperanza de un futuro más seguro y pacífico sigue siendo el anhelo de todo el pueblo hondureño.
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REDACCIÓN: ÁNGELES OCHOA