Es algo tan común y que a todos nos pasa, pero, ¿sabes qué es realmente un estornudo y por qué tenemos esa reacción?
SALUD.- Lo notas, sabes que se acerca, empieza el cosquilleo, los ojos se llenan de lágrimas, coges aire, tu nariz se arruga y… ¡achís! Acabas de estornudar y quedarte bien a gusto.
Los estornudos son actos reflejos en los que expulsamos aire de los pulmones por la nariz o incluso la boca. Es un acto reflejo, a su vez, una respuesta involuntaria que normalmente se da porque algún elemento extraño ha provocado la irritación de nuestra mucosa nasal.
En pocas palabras, el estornudo es un esfuerzo que hace el cuerpo para eliminar las partículas extrañas que están provocando irritación en la nariz.
El centro que regula el estornudo en nuestro cerebro recibe un aviso del sistema nervioso cuando «algo» nos hace cosquillas en la nariz y nos la irrita. Cuando esto sucede, todos los músculos del cuerpo se unen para provocar el estornudo: los abdominales, los músculos del diafragma, los del pecho, los de los párpados, los que se encargan de controlar tus cuerdas vocales, los esfínteres e incluso algunos músculos presentes en la garganta.
Aunque a veces no tienes siquiera tiempo de notarlo, pasan a la vez muchas cosas en tu cuerpo cuando estornudas.
Según publicó hace algún tiempo Live Science, al parecer se debe a que, nuestros cuerpos son máquinas complejas y para estornudar realizamos muchos pasos en cadena.
El reflejo del estornudo comienza cuando los cilios (unas estructuras parecidas a los pelos) de las células de la mucosa nasal detectan las sustancias irritantes. Después, estos receptores envían señales a través de los nervios sensoriales del trigémino al centro del estornudo en la médula lateral de la médula espinal.
Lo siguiente paso en este complicado y velo proceso es la activación de dos señales nerviosas diferentes: una se envía a través de los nervios motores a los músculos faríngeos, laríngeos y respiratorios que nos hacen estornudar. La otra se transmite a través de los nervios parasimpáticos y aumenta la secreción nasal y lagrimal.
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Cuando hay un estímulo para estornudar, el cerebro ordena la contracción de los músculos desde el esófago hasta el esfínter, incluidos aquellos que controlan los párpados de los ojos. Por esta razón, ninguna persona puede estornudar con los ojos abiertos, ya que éstos se cierran de manera involuntaria.
El estornudo puede llegar a expulsar esas pequeñas partículas extrañas a una velocidad que puede alcanzar los 150 o 160 kilómetros por hora. Además, según una investigación publicada en la revista, se ha descubierto, con la ayuda de vídeos de alta velocidad, cuán lejos puede llegar un estornudo.
De acuerdo con el estudio, los estornudos pueden viajar más lejos de lo que pensamos, pues la pulverización que se produce en el interior de la nariz es capaz de viajar entre cinco y 200 veces más lejos bajo la forma de gotas, como en una nube de gas invisible. Esto es más que una buena razón para taparnos al estornudar y así evitar contagiar a los demás en casos de gripe y resfriados.
Son muchas las causas que pueden provocar el estornudo y seguramente ya conozcas muchas de ellas como el polvo, el aire frío e incluso el sol, que produce un estornudo muy particular. La gripe o el resfriado común son otra de las causas de los fastidiosos estornudos, pero también lo causan algunos elementos que ocasionan las alergias como el polen o irritantes físicos como el humo o la neblina del ambiente que atacan a miles de habitantes de ciudades muy contaminadas. El estornudo es, en pocas palabras, un mecanismo de defensa natural de nuestro organismo.
REDACCIÓN: ÁNGELES OCHOA
