A medida que los humanos degradamos el medio ambiente de la Tierra, hemos creado un mundo en el que las enfermedades pueden ser cada vez más propensas a mostrar un auge y multiplicarse.
Las criaturas que propagan infecciones, como mosquitos y garrapatas, prosperan en un planeta calentado por un manto de emisiones de combustibles fósiles.
Cuando la contaminación, la caza o el desarrollo llevan a la extinción a organismos poco comunes, los parásitos proliferan porque han evolucionado para atacar a las especies más abundantes.
Y luego están los daños causados cuando los humanos introducen plantas y animales no autóctonos o productos químicos como herbicidas y fungicidas en ecosistemas frágiles.
Según un estudio, agrava la pérdida de biodiversidad y hace que las poblaciones supervivientes sean más vulnerables a las enfermedades.
Los investigadores afirmaron que este estudio es el primero que analiza el modo en que esta variedad de problemas ambientales puede agravar los riesgos de enfermedad.
En él se combinaron cientos de estudios y miles de observaciones de todo tipo de criaturas humanos y otros mamíferos, peces, reptiles, anfibios, gusanos y artrópodos y todo tipo de patógenos, como virus, bacterias y hongos.
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Análisis
El análisis reforzó las conclusiones de muchas de esas investigaciones: que un mundo más cálido y con ecosistemas devastados es más hospitalario para muchos parásitos, y menos para los humanos y otros seres vivos.
La conexión apareció con todos los tipos de infecciones y sus huéspedes, lo que sugiere que a medida que el planeta siga calentándose y los humanos sigan alterando la naturaleza.
Además, el aumento de la propagación de enfermedades “será constante y generalizado”, afirmó Jason Rohr, profesor de ciencias biológicas de la Universidad de Notre Dame y uno de los autores del estudio
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El estudio sugirió que, si las enfermedades proliferan en el mundo animal, podría aumentar la probabilidad de que se produzcan casos de “contagio” que expongan a los humanos a nuevos patógenos.
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