En un descubrimiento fascinante de estos gusanos arroja luz sobre la resiliencia biológica frente a la adversidad nuclear, científicos de la Universidad de Nueva York y colaboradores internacionales han evidenciado la notable resistencia de nematodos viviendo en la zona de exclusión de Chernóbil frente a la radiación.
Este hallazgo, publicado en la revista PNAS, sugiere que estos pequeños gusanos no han sufrido daños genéticos detectables debido a la exposición crónica a la radiación.
Un fenómeno que intriga a la comunidad científica y abre puertas a futuras investigaciones sobre la resistencia biológica y la reparación del ADN.
Los investigadores, en colaboración con científicos de Ucrania y colegas estadounidenses como el biólogo Timothy Mousseau de la Universidad de Carolina del Sur, se adentraron en la zona de exclusión de Chernóbil en 2019 para estudiar el impacto de la radiación crónica en las lombrices del área.
Equipados con contadores Geiger y protección personal, recolectaron muestras de suelo y frutas podridas buscando nematodos, cuyos genomas simples y rápida reproducción los convierten en ideales para este tipo de indagaciones.
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De vuelta en el laboratorio de la Universidad de Nueva York, el equipo procedió al análisis de 15 gusanos de la especie Oscheius tipulae, comparando sus genomas con los de otros especímenes de diferentes partes del mundo.
“Esto no significa que Chernóbil sea seguro; más bien significa que los nematodos son animales realmente resistentes y pueden soportar condiciones extremas,” destacó Tintori al referirse a la incapacidad de detectar daños por radiación en los genomas de los gusanos recogidos.
Descubrimiento
Este sorprendente descubrimiento no solo plantea preguntas sobre la capacidad única de estos gusanos para resistir o reparar el daño en su ADN en ambientes altamente radiactivos, sino que también proporciona pistas valiosas para la investigación del cáncer.
Las diferencias individuales en la respuesta al daño del ADN son un tema de gran interés para los investigadores que buscan entender por qué algunas personas con predisposición genética al cáncer desarrollan la enfermedad mientras que otras no.