INTERNACIONALES. –Los sacerdotes nicaragüenses Iván Centeno y Julio Norris detenidos por agentes de la Policía Nacional, en medio de tensiones entre el Gobierno del presidente Daniel Ortega y la Iglesia católica, denunció el exiliado obispo auxiliar de Managua, Silvio José Báez.
Báez, quien se encuentra exiliado en Estados Unidos por razones de seguridad y a petición del papa Francisco, dijo que «continúa la feroz persecución contra la Iglesia Católica» por parte de Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, por lo que pidió «a la Iglesia en el mundo entero sus oraciones por Nicaragua y por nuestra Iglesia perseguida».
La Policía Nacional, que dirige Francisco Díaz, consuegro de la pareja presidencial nicaragüense, no ha confirmado ni negado las presuntas detenciones de los dos sacerdotes.
Te puede interesar: El Papa Francisco, permitirá a mujeres votar en el próximo Sínodo de obispos
También puedes ver: El papa quiere un representante permanente como “puente” entre Rusia y Ucrania
El sacerdote Iván Centeno es titular de la parroquia Inmaculada Concepción de María en el municipio de Jalapa, departamento de Nueva Segovia, y el párroco Julio Ricardo Norori del templo San Juan Evangelista, del municipio de San Juan del Río Coco, departamento de Madriz, ambos fronterizos con Honduras.
Son de la diócesis que administra el obispo encarcelado Rolando Álvarez
Los dos padres pertenecen a la diócesis de Estelí, cuyo administrador apostólico es el obispo Rolando José Álvarez Lagos, quien lo condenaron en febrero pasado a más de 26 años por delitos considerados traición a la patria.
La parroquia que dirige el sacerdote Centeno pidió la tarde del domingo, a través de su cuenta de la red social Facebook, «oraciones por nuestra parroquia y nuestros sacerdotes», sin ofrecer mayores detalles y luego ocurrió la detención de su cura.
La investigadora nicaragüense exiliada Martha Patricia Molina, que es autora del estudio titulado “Nicaragua: ¿Una Iglesia perseguida?” y que da seguimiento a la situación de los sacerdotes en el país centroamericano, calificó los nuevos arrestos de “noches de cuchillos largos para la iglesia católica”.