Italia-. Claudia Alivernini, de 29 años, el domingo pasó a ser la primera italiana en recibir la vacuna contra el COVID-19. Enfermera del hospital Spallanzani de enfermedades contagiosas de Roma, tuvo la primera dosis de Pfizer junto a Maria Capobianchi, bióloga al frente del laboratorio de virología que, en febrero pasado, aisló el coronavirus por primera vez y el trabajador sanitario Omar Altobelli.
Alivernini, que ha combatido el virus desde la primera línea, al formar parte de las unidades especiales que acuden a los domicilios particulares o realizan PCR en los automóviles, recibió el fármaco con una sonrisa de oreja a oreja. Sin embargo, rápidamente se le borró del rostro cuando comenzó a ser amenazada.
La enfermera ha tenido que leer amenazas como «ahora veremos cuando te mueres» y los insultos han proliferado bajo perfiles institucionales que han difundido la noticia de su vacunación, en artículos de medios de comunicación y en varios otros grupos de redes sociales. La joven, muy preocupada, está analizando si denunciar, aunque ha asegurado que volvería a ponerse la inyección mil veces. «He visto a demasiada gente morir», recalcó.
Las amenazas tienen lugar en un país donde la desconfianza hacia las vacunas está muy arraigada y el movimiento contra ellas es popular. Sobre todo, después de que en el 2017 Italia obligara a los padres a vacunar a sus hijos contra diez enfermedades (entre ellas la varicela, la poliomelitis o el sarampión). Según los últimos datos disponibles de la Comisión Europea, el 46% de los italianos está convencido de que las vacunas tienen efectos secundarios graves, el 32% de ellos cree que debilitan el sistema inmunitario y el 34% que pueden provocar la enfermedad contra la que deberían proteger.
Italia ha establecido que los primeros en recibir las dosis serán los funcionarios de la salud y las personas que están en las residencias de ancianos, que suman casi dos millones de personas. Después será el turno de los mayores de 80 años (4,4 millones de italianos), más tarde el de las personas entre 60 y 79 años (13,4 millones) y los que tienen patologías crónicas (unos 7,4 millones). Y finalmente el resto de la población.
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