Desde tiempos antiguos, el agudo sentido del olfato de los perros ha sido una característica esencial que los distingue de otros animales. Esta capacidad sensorial, que les permite percibir olores a una concentración aproximadamente 10.000 veces menor que la que los humanos pueden detectar, ha servido a los perros en diversas funciones, desde la caza hasta la detección de sustancias ilegales. Pero estudios recientes han comenzado a revelar una faceta menos explorada de esta habilidad: la posibilidad de que los perros también identifiquen cambios emocionales en las personas, como el estrés, únicamente a través del olfato.
En el contexto de este nuevo hallazgo, investigadores de la Universidad de Queen’s en Belfast confirmaron que los perros pueden detectar el estrés humano observando señales fisiológicas que desprendemos. Al igual que otros estados emocionales intensos, el estrés produce una alteración en los patrones de sudoración y en los cambios químicos asociados a la respiración humana. Estas variaciones crean un perfil olfativo que, según el estudio, los perros pueden distinguir con un alto nivel de precisión.
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Esta capacidad no solo subraya la sensibilidad del olfato canino, sino también su capacidad para distinguir entre distintos estados emocionales. La doctora Clara Wilson, psicóloga animal y autora principal de la investigación, destacó que estos hallazgos suman evidencia al papel de los perros como “el mejor amigo del hombre”, al poder percibir incluso aspectos tan sutiles e imperceptibles para los humanos como las señales químicas del estrés.
Alta precisión en la detección del estrés humano
Los resultados del estudio realizado en la Universidad de Queen’s en Belfast son reveladores en cuanto a la capacidad de los perros para identificar el estrés en humanos a través de su sentido del olfato. En las pruebas, los perros lograron identificar con éxito muestras provenientes de personas en estado de estrés con una precisión que sorprendió incluso a los investigadores, alcanzando niveles de acierto entre el 90% y el 96,88%. Según detallaron los responsables de la investigación, este alto porcentaje evidencia que los cambios químicos en el cuerpo humano durante episodios de estrés son percibidos de manera clara por los canes, destacando una vez más la finura de su capacidad olfativa.
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Wilson subrayó que este descubrimiento fortalece la comprensión de las habilidades sensoriales de los perros y su sintonía con el estado emocional de los humanos. Wilson afirmó que estos hallazgos podrían tener aplicaciones valiosas en el ámbito de la terapia emocional y el apoyo psicológico, ya que perros entrenados para detectar el estrés podrían ser especialmente útiles en la asistencia de personas con trastornos de ansiedad o estrés postraumático.