Uno de los efectos negativos de las bajas temperaturas es que hay más chances de que suba la presión arterial, que es la fuerza de la sangre al empujar contra las paredes de las arterias.
Cada vez que el corazón late, bombea sangre hacia las arterias. Lo ideal es tener la presión arterial por debajo de 135/85 mmHg, y hacerse controles periódicos.
La presión arterial es generalmente más alta en el invierno y más baja en el verano. “Se debe a que las bajas temperaturas hacen que los vasos sanguíneos se estrechen temporalmente.
Esto hace que aumente la presión arterial porque se necesita más presión para hacer circular la sangre por las venas y arterias que se han estrechado”, según explicó el doctor Francisco López-Jiménez, miembro del Colegio Estadounidense de Cardiología.
Otras causas estacionales de una mayor presión arterial incluyen el aumento de peso y la menor cantidad de actividad física, que son frecuentes en el invierno, y los alimentos salados que se suelen ingerir.