La sentencia apunta a lo que un juez denominó la “nueva realidad de la sociedad canadiense” a la que tendrán que enfrentarse los tribunales.
CURIOSIDADES.– La sentencia apunta a lo que un juez denominó la “nueva realidad de la sociedad canadiense” a la que tendrán que enfrentarse los tribunales a medida que más personas se expresen con pulgares, corazones y caritas sonrientes, un tribunal canadiense dictaminó que el omnipresente símbolo puede afirmar que una persona se adhiere de manera oficial un contrato.
La sentencia pone de manifiesto lo que el juez denominó la “nueva realidad de la sociedad canadiense”, a la que los tribunales tendrán que enfrentarse a medida que más personas utilicen emojis de corazones, caritas sonrientes y fuego para expresarse, incluso en negocios serios o disputas personales. El asunto quería dilucidar si un agricultor de Saskatchewan había acordado vender 87 toneladas métricas de linaza a un comprador de grano en 2021. El comprador había firmado el contrato y enviado una foto al agricultor, que respondió con un emoji de pulgar hacia arriba.
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La decisión histórica tomada por el juez causa un impacto de la tecnología en las formas de comunicación y su trascendencia en el ámbito legal. pic.twitter.com/7C0TqvTzbg
— Radio Cadena Voces (@RCVHonduras) July 8, 2023
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El comprador de granos, Kent Mickleborough, señaló que cuando envió la foto del contrato por mensaje de texto al teléfono de Achter, había escrito: “Por favor, confirme el contrato de la linaza”. Así que cuando Achter respondió con un emoji de pulgar hacia arriba, Mickleborough dijo que había entendido que Achter “estaba de acuerdo con el contrato” y que esa había sido “su manera” de firmarlo.
El juez señaló que Achter y Mickleborough habían mantenido una larga relación comercial y que, en el pasado, cuando Mickleborough había enviado a Achter contratos de trigo duro, Achter había respondido con un escueto “lo veo bien”, “de acuerdo” o un “sí”, Según el juez T. J. Keene, del Tribunal del Rey en Saskatchewan, ambas partes entendían sin dudar que estas respuestas concisas eran una confirmación del contrato y “no solo un acuse de recibo del contrato” por parte de Achter. Y en todas las ocasiones, Achter había entregado el grano según lo contratado y había cobrado.
Por ende, Keene determinó el mes pasado que existía un contrato válido entre las partes y que Achter había violado ese acuerdo al no entregar la linaza. El juez le ordenó a Achter pagar daños y perjuicios por un monto de 82.200 dólares canadienses, que equivalen a 61.000 dólares estadounidenses.
Redacción: JT