La población hondureña se ha visto sorprendida en los últimos días, por las masacres que parecen ir en aumento y las respuestas cada vez se vuelven más escasas.
NACIONALES.– En un fin de semana marcado por una ola de violencia desgarradora, más de una veintena de personas se convirtieron en víctimas en diferentes regiones de Honduras, ya sea por masacres o por asesinatos individuales. La tragedia dejó un rastro de impotencia, dolor y evidencia de ingobernabilidad en el ya amedrentado país.
En el municipio de Choloma, una madre y su recién nacido fueron brutalmente asesinados en su propia casa. Iris Seledón, identificada como la víctima, fue atacada mientras estaba sentada en el sofá sosteniendo a su hijo de escasos meses de vida en brazos. Aunque la residencial Villa Valencia donde vivía Seledón cuenta con seguridad de circuito cerrado, hasta el momento no se tienen pistas sobre los responsables de este crimen.
En la misma localidad de Choloma, se registraron dos muertes violentas adicionales. José Adonai Ayala, de 26 años, fue acribillado en la aldea La Devis, mientras que en un taller de pinturas en la colonia San Carlos, Josué Salinas, de 25 años, fue ultimado.
En Puerto Cortés, se reportó la muerte violenta de un hombre en un punto de mototaxis. Además, en el municipio de San Manuel, Cortés, se encontraron dos personas muertas en una calle que conduce a las cañeras. Las víctimas fueron identificadas como Kevin Daniel Castillo, de 17 años, y Mainor Josué Rivera, de 15 años, ambos residentes del barrio El Caimán de La Lima. Según el informe policial, los adolescentes estaban cometiendo asaltos en una camioneta roja y fueron encontrados con las manos atadas y los pies atados con cordones de zapatos.
En la colonia Satélite, en la primera etapa de la capital, un hombre fue asesinado en un carwash mientras se encontraba dentro de un automóvil negro. Según la policía, la víctima, de entre 30 y 35 años y no identificada hasta el momento, estaba almorzando en su vehículo, utilizado como taxi vip, cuando dos individuos descendieron de un automóvil azul con chalecos antibalas y pasamontañas, disparándole hasta causarle la muerte.
El viernes, en San Pedro Sula, se reportó la desaparición de Daysi Azucena Acosta Bonilla, de 46 años. Tras una intensa búsqueda, su cuerpo fue encontrado dentro de su vehículo en la colonia San Francisco, sector sureste de la ciudad. Los vecinos informaron sobre un automóvil abandonado, y cuando llegaron los agentes de policía, descubrieron que se trataba de la mujer que había sido reportada como desaparecida. Acosta Bonilla fue encontrada con las manos atadas hacia atrás, y residía en la colonia Buenos Aires de La Lima.
En Cortés, se produjo otro crimen en la colonia Sitraterco, donde Óscar Núñez fue asesinado frente a un restaurante. Casi al mismo tiempo, una matanza en un billar de Choloma dejó 13 personas muertas, entre ellas una madre y su hijo.
Donde las indagaciones de la Policía preliminarmente establecen como principal hipótesis que la masacre es parte de un plan estructurado la Pandilla 18 que del cual también es parte la masacre de las 46 mujeres asesinadas en la Penitenciaría Nacional Penitenciaria Nacional Femenina de Adaptación Social (PNFAS).
Las pesquisas de las autoridades establecen que a eso de las 9:00 de la noche del sábado un gripo de siete individuos con chalecos con el logotipo de la DPI y armados de fusiles irrumpieron en el billar y abrieron fuego contra las personas que estaban departiendo en el establecimiento. En el lugar murieron diez hombres y una mujer y resultaron heridas cuatro personas más de las cuales dos fallecieron en el hospital del Seguro Social. Según lo informado, los sicarios huyeron en dos carros, una camioneta y una doble cabina.
Vecinos del lugar manifestaron que escucharon que uno de los sicarios gritaba «no dejen a nadie con vida, asesínenlos a todos, mátenlos a todos».
Al realizar el levantamiento de los cuerpos se constató que entre las víctimas hay ocho operarios de maquila. Una de las víctimas es Xiomara Cocas presidenta del Sindicato de Trabajadores de la Empresa Gildan, misma de la cual se había hecho público su cierre de operaciones en el país, (Sitragsam) y su hijo Eduardo Alexander Meléndez.
De los operarios otros tres también eran dirigentes sindicales. Las otras once víctimas fueron identificadas como Geiser Martínez (24), Ángel David Funez, Luis Fernando Sandoval (20), Lester Arnulfo Almendárez Garrido y Osman Antonio Ponce Toro (29), Delmer García y José Rufino Ortiz Escobar, todos trabajadores de maquilas.
Lester Arnulfo Almendárez, José Rufino Ortiz y Delmer García eran delegados del Sitragsam. Los otros tres victimados son Elvin Antonio Bermúdez (21), de oficio soldador, José Edgardo Rodríguez (41), guardia de seguridad, Antonio Núñez y Axel Linares.
Los familiares de Elvin Antonio Bermúdez, mientras esperaban que les entregaran su cuerpo en la morgue de Medicina Forense dijeron que en el billar le estaban celebrando su cumpleaños. Héctor Lara, padre de Elvin Antonio dijo que hace un mes había llegado al país de México donde estuvo viviendo un año y agregó que su hijo era un muchacho trabajador.
«Estaba en el lugar equivocado y pasó lo que tenía que pasar, Este crimen va a quedar en la impunidad aquí todo mundo sabe que en el país no hay leyes y cada día la situación va peor y sabemos que las autoridades son las más corruptas y tienen mucho que ver ellos con esta matanza», dijo.
Por si fuera poco, en Santa Bárbara, Joseph Daniel Figueroa, de 19 años, fue asesinado en la colonia 15 de septiembre mientras se dirigía a visitar a su abuela.
Por su parte, en la capital, las masacres también se hicieron presentes y deja tres muertos, entre ellos un niño de 5 años que recibió 12 balazos. El hecho violento se registró en horas de la noche del domingo, cuando las víctimas se encontraban afuera de una casa y sicarios llegaron a disparar sin piedad.
Los ahora occisos fueron identificados como Erlin Marcelo Sevilla, Andrés Omar Rivera y Otoniel Borjas, de 5 años; la mamá del menor resultó gravemente herida de bala tras el tiroteo.
Tras el tiroteo, el menor de edad fue trasladado de emergencia al Materno Infantil del Hospital Escuela, pero el personal médico confirmó que llegó muerto. Horas más tarde, Medicina Forense reveló que el pequeño Otoniel recibió 12 impactos de bala en su cuerpo.
Ante esta escalada de violencia con las masacres siendo el principal modus operandi de los facinerosos, el gobierno hondureño ha anunciado la implementación de un toque de queda en Choloma y San Pedro Sula. El toque de queda busca mantener el orden y garantizar la seguridad ciudadana en las áreas afectadas por la violencia. La presidenta hondureña también ofreció una recompensa de 800.000 lempiras (unos 32.390 dólares) para quienes faciliten las «capturas de asesinos en (las) masacres de Choloma y San Pedro Sula».
Las masacres y los asesinatos han dejado a la población hondureña en un estado de conmoción y miedo. La sociedad exige respuestas a las autoridades, así como medidas efectivas para abordar la creciente inseguridad que ha afectado al país. La impotencia y la ingobernabilidad son retos inmensos que Honduras debe enfrentar en su búsqueda de la paz y la tranquilidad.