Cuando olvidas tu sombrilla y te pilla el aguacero, es común preguntarte si será mejor caminar o correr hasta tu destino, ¿qué te mojará menos?
CURIOSIDADES.– ¿Quién no ha vivido esa incómoda situación en la que sales a la calle y, para tu sorpresa, se ha puesto a llover a cántaros de repente? Sin sombrilla y con un largo trayecto a recorrer a pie por delante, te preguntas si será mejor caminar y correr hasta tu lugar de destino. Y te preguntas, ¿Cuál opción te mojará menos?
El primer impulso, en la mayoría de los casos, será echarte a correr, pero, ¿es realmente la mejor opción? Corriendo te encuentras menos tiempo bajo la lluvia, pero chocas constantemente con las gotas que vienen de frente, aumentando el área mojada. Por otro lado, andando, solo te mojas encima de la cabeza y las áreas superiores, pero, claro, pasas más tiempo bajo la lluvia. ¿Qué debes hacer entonces?
Pues bien, la cantidad de lluvia que te golpea en un periodo de tiempo determinado es constante. Es decir, el agua que cae sobre ti en 1 minuto bajo la lluvia será la misma, corras o andes. Pensemos en ello como si la lluvia fuese un muro de agua: da igual si trotas o andas, para llegar de un punto a otro tendrás que atravesar el muro, sí o sí. Otro ejemplo visual puede ser una máquina quitanieves pues, vaya a la velocidad que vaya, la cantidad de nieve que disipa de su camino es siempre la misma.
Por lo tanto, que te mojes más o menos no dependerá de tu velocidad, sino del tiempo que pases bajo la lluvia y la longitud del trayecto que recorras. ¿Y cómo minimizas esto? Pues fácil: escogiendo el camino más corto y pasando el menor tiempo posible bajo la lluvia, es decir: corriendo. Y es que, aunque la cantidad de lluvia que atravieses sea la misma, corriendo estás un tiempo menor bajo ella y, por lo tanto, puedes llegar antes a tu destino. Eso sí, cuidado de no resbalarte.
Esta duda que aparece en momentos de lo más inoportunos, le ha surgido también a los investigadores a lo largo de los años. Así, en el año 2012, el ingeniero italiano Franco Bocci, del Departamento de Ingeniería Mecánica e Industrial de la Universidad de Brescia, publicó un artículo al respecto analizando todos los factores implicados en este fenómeno.
El científico añade que, en función del volumen de las gotas y del ángulo en el que estas caigan, es posible que exista una velocidad óptima que el efecto de mojado sea mínimo. Ahora bien, es posible que no coincida con la velocidad máxima a la que podemos ir. Por ejemplo, Bocci afirma que si el viento golpea desde atrás, la velocidad óptima para mojarse lo menos posible es, exactamente, la velocidad del viento. En caso de no ser posible calcularla, el ingeniero recomienda avanzar, en todo caso, a la máxima velocidad posible.
¿VALE LA PENA?
“No justifica el esfuerzo”. Estas eran las conclusiones del físico italiano Alessandro De Angelis tras la publicación en 1987 de su artículo Is it really worth running in the rain? (¿Realmente vale la pena correr bajo la lluvia?) En él afirma que la diferencia entre trotar suave y correr a toda velocidad no vale la diferencia. Es decir, que la variación entre lo mojado que acabarás si haces un sprint o si trotas suave no justifica esa carrera a máxima velocidad.
En sus cálculos recoge que, corriendo al mismo ritmo al que un atleta olímpico hace los 100 metros lisos, una persona solamente se mojaría un 10% menos que haciendo un trote suave. Por lo tanto, parece ser que la diferencia entre correr suave, a toda velocidad o a la velocidad óptima, en verdad, no supone tantísima diferencia. Así que ya sabes, para la siguiente ocasión, lo mejor es ir a la opción más segura y coger un paraguas.
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REDACCIÓN: ÁNGELES OCHOA