El arbitraje hondureño sigue de mal en peor y en el clásico entre Motagua vs Olimpia se confirmó con el flojo nivel de Armando Castro.
Tegucigalpa, Honduras. – Este fin de semana se jugó el clásico entre Motagua y Olimpia por la jornada 9 de Liga Nacional que dejó un empate 0-0 y un mal sabor de boca de parte del arbitraje.
El encargado de dirigir el encuentro fue el silbante, Armando Castro, quien pitaba su tercer juego a Motagua en lo que va del torneo. Anteriormente había estado en los partidos Marathón y Motagua, tanto en la primera vuelta como en la segunda y el fin de semana en el clásico.
Además, venía de pitar el juego Honduras del Progreso vs Olimpia por lo que hacía pensar que la Comisión de Arbitraje designaría un silbante que no viniera de pitar a uno de los clubes que jugaría el clásico y también por la lista de juegos que ya venía de pitarle a Motagua.
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Sin embargo, la Comisión no consideró una opción distinta a la de colocar a Armando Castro como juez principal del encuentro.
El partido tuvo 15 minutos del fútbol que se esperaba en la previa, un Motagua buscando el partido como lo dictaba su posición para acercarse al primer lugar que ostenta Olimpia.
No obstante, minutos más tarde, el árbitro expulsó a Marcelo Santos por una entrada al jugador de Olimpia, Ever Alvarado. Una decisión que ha traído comentarios como que el arbitró arruinó el duelo con su decisión.
El arbitro vio más faltas de Motagua que de Olimpia
La tarjeta roja anterior fue acertada por el árbitro, ya que estuvo amparada en el reglamento, pero el partido tuvo muchas más acciones que no se calificaron con esa misma certeza de parte de Armando Castro.
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A los 23 minutos Roberto Moreira recibió una tarjeta amarilla por una simulación de penal en el área que en otros encuentros el árbitro simplemente deja seguir el partido, pero Castro fue con una sobrada autoridad y sacó la cartulina al delantero del ciclón.
En una jugada similar, Olimpia llegó en ataque con Yustin Arboleda, quien tuvo la posición del balón frente al marco y en el momento que sintió que le llegaban a marcar por la espalda simuló una falta y a diferencia de Moreira, fue premiado con un tiro libre.
En la misma línea, en una jugada de ataque de Marco Vega, el defensor de Olimpia, Oliva Casildo, fue colocándole el brazo en el rostro al atacante motagüense desde que arrancó la jugada de la banda hasta caer en el borde del área y Castro no marcó falta.
Edwin Rodríguez también cometió un pisotón en contra de Matías Galvalíz frente al árbitro, meritorio para tarjeta amarilla y tampoco se marcó una infracción. A su incapacidad para calificar lo que es falta y lo que no, le sumó una mala manera de dirigir un clásico de fútbol.
Cuando el juego quería entrar en ritmo, aparecía el silbato del juez frenando el juego por todas las zonas del campo, quitándole el ritmo que trataba de poner Motagua que era el equipo necesitado de ganar.
La impotencia de los jugadores del Motagua por el escenario en que estaban jugando el partido, se miró evidenciado en la expulsión de Kevin López.
El mediocampista quiso cobrar un tiro libre y por adelantar levemente el balón, acciones normales en el fútbol, desde la zona del campo en que se cometió una infracción, Castro fue con una actitud de enojo y ensañamiento sobre el jugador a sacarle amarilla.
Posteriormente, López salió expulsado por una segunda amarilla en una falta sobre José Pinto, que no era más que el reflejo del descontrol por recibir una primera tarjeta sin el peso de una causa justa.
El partido terminó empatado, pero con la sensación de que el árbitro, Armando Castro, estuvo parcializado para un solo lado en sus decisiones y que su nombramiento para este partido no fue por rendimiento o capacidad porque se vio lo contrario en la forma cómo impartió justicia en el partido.