Cuando se comenzó a expandir la pandemia de covid-19, a finales de 2019, no se avizoraba que se tendría una de las vacunas a corto plazo para inmunizar a la población mundial, que ya supera los 7.500 millones de personas.
Las expectativas de una vacuna no eran a corto plazo, y no faltaron científicos que afirmaron que llevaría varios años tener un fármaco para frenar la covid-19.
Sin embargo, trabajando contra reloj, por la magnitud de la pandemia y su acelerada expansión, la ciencia ha demostrado no solo su capacidad de respuesta, sino también resultados altamente positivos, no con una, sino con varias vacunas, que se están produciendo en distintos países.
De más de un centenar de vacunas en proceso constante de estudio para su producción, una veintena se encuentran en la última fase, pero alrededor de una decena ya están con un pie en el mercado, en una dura competencia por su coste económico y distribución.
La gran industria farmacéutica, que será la gran ganadora en la producción masiva de vacunas, está cobrando un precio que difiere entre un país y otro, dependiendo la capacidad de pago.
Cuando está de por medio la vida de la población, los países no deben escatimar esfuerzos, ni tiempo, para vacunarla y evitar la calamidad de que la gente se esté muriendo, como sucede con la covid-19, en algunas naciones con miles de casos diarios.
Precisamente por la alta cifra de contagios, 40 millones en todo el mundo, y más de un millón de fallecidos, las farmacéuticas han respondido en diez meses con varias vacunas, de las que unas 20, según expertos, podrían estar en el mercado dentro de dos años.
La necesidad de conseguir suficientes vacunas contra la covid-19
En esa competencia del mercado de las farmacéuticas, los países ricos no tendrán problemas para abastecerse de las suficientes vacunas, cualquiera que sea su precio, mientras que las naciones pobres tendrán dificultades para adquirirlas.
En lo que a Honduras respecta, la coordinadora de la emergencia para la covid-19, Yolani Batres, ha dicho que tendremos acceso a la vacuna AztraZeneca, que es de las más baratas en el mercado.
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Pero resulta que Honduras, que recibirá gratuitamente el 20 por ciento de las primeras vacunas, no tiene garantizado el 80 por ciento restante para vacunar a toda la población, que ya suma 9,5 millones de habitantes.
Además, el 20 por ciento de las vacunas serán destinadas al personal de riesgo, en el que está todo el que trabaja en el sistema sanitario, que es el de primera línea en la lucha contra la mortal enfermedad, los adultos mayores y la población en riesgo social.
Algunos países pobres, como Honduras, también están apostando por la vacuna Pfizer, pese a ser de las más caras, pero sería la que se podría adquirir más rápido.
Honduras necesita acceder pronto a una vacuna porque la incidencia de contagios y muertos por covid-19 sigue siendo alta y no se tiene una idea clara sobre la magnitud de la pandemia, por las pocas pruebas PCR de laboratorio que se practican a diario.
Aunque de la vacuna Pfizer se diga que es cara y que no es para nuestros países, las autoridades hondureñas debieron apostar además por esa vacuna y hacer un esfuerzo administrativo, con fondos bien administrados y bien invertidos.
Se trata de que el país pueda acceder a más y mejores vacunas para inmunizar a toda la población, principalmente ahora que estamos viviendo una segunda calamidad por los graves daños causados por las tormentas tropicales Eta e Iota.
Para la reconstrucción del país, se necesita tener una fuerza productiva sana, y frenar mediante las vacunas las muertes por covid-19, que ya superan las 3.000 desde marzo, y contagios, que ya suman 115.000.