Emma tiene 78 años y ha superado el coronavirus gracias a que fue trasladada a Andorra, ya que en el hospital de Cataluña en el que le correspondía ser atendida iban a dejarla morir al tener que dar prioridad a pacientes más jóvenes.
Esta es una de esas historias que hace reflexionar sobre cuántas personas mayores se han quedado en el camino en esta pandemia del Covid-19 por no contar con las mismas oportunidades que el resto por razones de edad.
Emma se encontraba bien de salud, pero al contagiarse del virus empeoró en poco tiempo, apenas podía respirar y su estado pasó a ser crítico. Acudió al Hospital de la Seu d’Urgell (Lleida), donde se dieron cuenta de que necesitaba urgentemente ventilación mecánica. Sin embargo, no estaban preparados para ello.
Como hacen habitualmente con pacientes en estado grave, contactaron con el Hospital Universitari Arnau de Vilanova, en Lleida, pero la respuesta no es la esperada: «estamos saturados y desbordados, los pocos respiradores de los que disponemos están reservados para la gente joven», ya que el Departament de Salut de la Generalitat de Cataluña había dado orden de dar preferencia a los menores de 70 años ante la imposibilidad de atender a todos los que necesitaban ser intubados. Así pues, la única opción era trasladarla al hospital del centro de la Seu para que le den oxígeno y ver cómo evoluciona.
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Una vez que se traslado a Emma así se dieron las cosas:
Emma llega al Hospital Nostra Senyora de Meritxell de Andorra agonizando. La situación es tan grave que una vez ha hablado con los médicos del hospital andorrano, el ministro comunica al alcalde que hay muchas posibilidades de que la mujer no pase de esa noche. Las siguientes horas son críticas, pero Emma demuestra una fuerza increíble y mejora de forma espectacular en sólo una noche. La intubación le hace evolucionar a pasos agigantados, hasta el punto de que se le retira la ventilación mecánica mucho antes de lo que es normal en estos casos. Cuando ya puede se traslada a planta, regresa al hospital de la Seu, donde el personal sanitario la recibe con grandes muestras de alegría. La última vez que la vieron daban por hecho que iba a ser la última vez.
La moraleja de esta historia real, es que no podemos jugar a ser Dioses para decidir quien vive y quien muere, la pandemia del Covid-19 nos vino a sacudir la vida de una forma abrupta, lo que nos queda mas claro es que el mundo renacerá al terminar esta crisis, y el nuevo mundo sera diferente al que vivimos actualmente, sea para bien o para mal, este virus cambió la vida de millones.