El 31 de diciembre del 2019 China informó a la Organización Mundial de la Salud (OMS), que había surgido un nuevo coronavirus, pero aseguraron que lo tenían bajo control y que no había posibilidades de que este se expandiera fuera de sus fronteras.
Una investigación realizada por la cadena de televisión estadounidense NBC News comprobó que el sistema sanitario de Wuhan ya estaba a punto de colapsarse meses antes de que se conociera la nueva cepa Sars-Co-2 e incluso con anterioridad a que informaran a la OMS.
NBC News logró acceso a papers (documentos) secretos de agencias de inteligencia norteamericana que contaban con datos acerca de un colapso en el sistema sanitario de Wuhan ya desde noviembre de 2019. La información llegó a poder de los analistas por medio de comunicaciones interceptadas, pero sobre todo con imágenes que mostraban un incremento sostenido en los centros de salud de aquella ciudad.
El diario South China Morning Post descubrió a través de una investigación periodística que la fecha exacta en que ya se conocía la existencia del nuevo coronavirus fue el 17 de noviembre del 2019. Sin embargo, la comunidad internacional recién tomó conocimiento hacia fines de diciembre, cuando el brote ya hacía estragos en China.
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Expertos aseguran que, por lo tanto, el virus puede haber estado circulando muchos meses antes en la población de ese país, hasta convertirse en una patología que tuvo que ser investigada y se identificó en noviembre.
El ocultamiento de información por parte del régimen chino y los engaños sobre la salud hacen dudar sobre si son reales las cifras oficiales, que indican hasta el momento 82,924 contagios y 3,340 muertes por el nuevo coronavirus.
Medios chinos aseguran que, en realidad, hubo más de 40.000 muertes debido al COVID-19 y los recientes informes de inteligencia dejan ver que, si el régimen hubiera advertido a tiempo, la comunidad internacional lo habría afrontado de otra manera.